martes, 14 de julio de 2009

Milagros Púrpuras


Las noches para Anónimo eran largas y placenteras, algo tenía el viento que recorre las calles de la ciudad en cuanto el sol se pone que se le hacia más fácil de soportar la vida, tanto que a él ya no le importaba dormir otra noche en la calle.
En fin que más da, dormir es dormir.
Esa ciudad si que era fría pero sus tiendas eran fáciles de robar así que Anónimo "consiguió" una bolsa de cacahuates japoneses y una cerveza tan solo escondiendolas entre sus ropas que había lavado con agua de lluvia esa misma tarde porque ya estaba harto de que la gente lo viera feo en la calle por tener manchada la ropa de rojo asumiendo rapidamente que había matado a alguien cuando en realidad solo eran consecuencias de su tos de sangre que le había causado problemas ultimamente y apenas lo dejaba respirar; se puso a botanear en su esquina favorita y se dispuso a ver a la Luna.
Siempre veia a la Luna, que todavía resultaba visible a diferencia de las estrellas que se encontraban escondidas ahi lejos lejos por el smog citadino, le parecía fascinante pensar que un satélite haya sido testigo de todos los errores del ser humano sobre la Tierra y aún asi permaneciera viendolos, la Luna es sin duda un satélite morboso pensaba.
De todos modos nunca se perdia una Luna ya que hace mucho tiempo atrás cuando todavía era niño con una familia y no tenía enfermedad de los pulmones sus abuelos le habían dicho que si uno era lo suficientemente paciente para ver la Luna todos los días alguna vez la encontraría púrpura y uno podría pedirle un milagro entonces.
Él esperaba un milagro, esperaba con ansia poder volver a encontrar a su familia o curarse de la sangre en sus pulmones porque cada vez le costaba más trabajo respirar y recordar a su madre.
Finalmente dejó de pensar para notar que se escuchaba el sonido de un televisor por la ventana no muy lejos de su esquina y se preguntó como alguien podía ver una caja brillante cuando había una Luna tan hermosa como esa, no era Púrpura pero si Naranja lo que significaba cambio según su abuela.
Anónimo permaneció oliendo a cerveza entre cascaras de cacahuates y cerró los ojos resignandose a no ver nunca una Luna púrpura, quizá se le habían acabado ese tipo de Lunas al universo, no entendia muy bien su resignación pero pensó que nunca entenderá algo tan simple como que ya no suceden milagros porque se acabaron.



2 comentarios:

  1. uuh
    pues la vdd me gusot mucho :D que satelite tan morboso jaja tiene detalles muy lindo
    pero sabes q lo mio siempre seran los cuentos con finales felices ;)

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  2. ahhh este casi me convierte en una persona sensible

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Critica sabiamente :D